lunes, 17 de febrero de 2014

MORANDI, el objeto como ente

Hombre sencillo y sedentario, Morandi mantuvo siempre una prudente distancia respecto a las convulsiones de su época; como su obra, la vida del artista estuvo envuelta en una atmósfera tranquila y silenciosa.

Centró su trabajo tanto en el paisaje como en la naturaleza muerta, no hay duda de que son sus bodegones lo que evocamos cuando hablamos de este artista.

Giorgio Morandi nació en Bolonia en 1890 en el seno de una familia de clase media; su padre dirigía una oficina comercial en la que el joven comenzó a trabajar a los dieciséis años. Sin embargo, sus dotes artísticas -,que se manifiestan pronto en una serie de dibujos y dos figurillas en terracota para el belén familiar- le llevan a la Academia de Bellas Artes de su ciudad, donde realiza estudios entre 1907 y 1913. Aunque en los primeros años en esta institución Morandi se comporta como un alumno ejemplar, hacia 1911 la relación con sus profesores se va tomando tensa a medida que el joven artista comienza a definir su propio lenguaje.

En esta época, Morandi conoce la obra de Paul Cézanne a través de las reproducciones en blanco y negro del libro de Vittorio Picca. Poco después, las páginas de la revista La Voce le acercan la obra de Derain, el Aduanero Rousseau y el cubismo de Picasso y Braque. Los estímulos modernos no son los únicos que actúan en su formación, pues, durante una estancia en Florencia, también en el decisivo año de 1910, Morandi queda fascinado por las obras de Giotto, Masaccio y, especialmente, de Paolo Uccello.


En 1913, tras superar con ciertas dificultades el examen de aptitud para la enseñanza, consigue una modesta plaza de profesor suplente en escuelas elementales, que mantendrá hasta 1929 y que le llevará a pueblos perdidos de la Emilia. 
De esta época, De Chirico escribiría: "para mantener su obra en la pureza, de noche en las aulas desoladas de alguna escuela elemental, Morandi enseña a los niños las leyes eternas del dibujo geométrico, el fundamento de toda gran belleza y de toda profunda melancolía ". También en 1913, el pintor comienza a relacionarse con los futuristas por mediación de su compañero de estudios Osvaldo Licini, quien le pone en contacto con Marinetti, Russolo y Boccioni. 
En los meses siguientes, Morandi asiste con cierta frecuencia a las reuniones del grupo y presenta dos obras a la Primera Exposición Futurista Libre, celebrada entre abril y mayo de 1914 en Roma. Pese a estos contactos, mantiene la independencia frente al movimiento liderado por Marinetti y, sin perder la impronta cezanniana, se va aproximando al cubismo.











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