jueves, 19 de diciembre de 2013

El Paisaje en John Constable


Suele decirse de John Constable que con él la pintura inglesa alcanzó la contemporaneidad a través del estudio del paisaje, llegando a acuñarse, gracias a su obra, el término "manera inglesa" con motivo de una exposición celebrada en París en el año 1804.



Su verdadera vocación estaba enfocada al paisaje, considerado por él como un mundo dramático lleno de sugestiones nuevas tanto para el ojo como para el espíritu, razón por la cual fue considerado un magnífico narrador de la naturaleza de las tierras británicas.
Constable recorrió los paisajes británicos palmo a palmo con su caballete, inspirándose para sus obras en la visión directa de la naturaleza y apoyándose, por supuesto, en su dominio del dibujo adquirido gracias a su formación en la Academia Real de Londres. A la hora de acometer una obra, Constable realizaba tres o cuatro bocetos, aplicando, a continuación, una solidísima paleta de gran consistencia sobre la que, aprovechando el grosor de la materia, aplicaba unos toques blancos que conferían al paisaje una enorme brillantez.

Harwich-Lighthouse

Old Sarum

 Estudio del paisaje marino con la nube de lluvia,1824


De acuerdo con su representación pura y natural, sus representaciones realistas, de su natal Suffolk , forma la mayor parte de su trabajo. Esta obra "Malvern Hall en Warwickshire" fue creada alrededor de 1809, aunque la escena es tranquila sin rastro de teatralidad o sentimentalismo, sin embargo está llena de una luz parpadeante que se anticipa a los impresionistas.
Malvern Hall en Warwickshire

Para él, tiene gran importancia el claroscuro de la naturaleza, el cual utiliza de manera descriptiva diluyendo el color del fondo y jugando con los contrastes dramáticos entre luces y sombras. Para él, puesto que la representación del paisaje lleva implícito un elemento dramático, no hay nada mejor que subrayar ese dramatismo por medio de la luz.

Bahía Weymouth
Rebasada la década de los veinte del siglo XIX, puede considerarse que la obra de John Constable va dando un giro progresivo hacia una concepción mucho más melancólica y romántica del paisaje, dando como resultado una obra totalmente desposeída de cualquier rasgo de academicismo donde no se aprecia ni rastro de dibujo ni de manchas cromáticas, sino un juego diluido y expresionista de elementos, algo que se ha venido denominando como "el claroscuro de la naturaleza"

La carreta de heno, 1821
De esta etapa es su célebre obra "La carreta de heno" (1821), con la cual obtuvo la medalla de oro del Salón de París de 1824 al ser considerada una obra prácticamente de vanguardia.

Sin embargo, es quizás su serie de cuadros sobre "La Catedral de Salisbury" la obra más conocida de Constable, donde presenta una serie de visiones de esta espectacular catedral gótica realizadas entre 1823 y 1831.

Buena parte de la modernidad de las distintas vistas de la Catedral de Salisbury de John Constable radica en el hecho de presentar un mismo monumento a distintas horas del día con el fin de buscar la experimentación del ojo humano y apreciar cómo un elemento estático, es capaz de cambiar en función de los condicionantes climáticos y ambientales.

Las obras de la década de 1830 están caracterizadas por una mayor expresividad, preocupándose menos por la minuciosidad naturalista y en mayor medida por los efectos de la luz y la atmósfera sobre el agua, el cielo o las hojas de los árboles...qué lo disfrutéis!






lunes, 9 de diciembre de 2013

MARC CHAGALL El Surrealismo y el Sueño

Marc Chagall desarrolló un estilo pictórico expresivo y colorista muy vinculado a sus experiencias vitales y a las tradiciones religiosas y populares de la comunidad judía rusa. En él combinó ciertos elementos de la vanguardia cubista, del fauvismo.
En el transcurso de su larga trayectoria trabajó también en el campo de la ilustración y experimentó con todo tipo de soportes como la cerámica, el relieve y los mosaicos. Asimismo, diseñó la puesta en escena de diversas piezas de teatro y ópera y durante los últimos treinta años de su vida se dedicó intensamente al diseño de vidrieras; realizó, entre otras, las de la catedral de Metz.

"En nuestra vida hay un solo color, como en la paleta de un artista, que ofrece el significado de la vida y el arte. Es el color del amor" 
Marc Ghagall
...que lo disfrutéis!

"Me llamo Marc, tengo un espíritu sensible y nada de dinero, pero se dice que tengo talento."









lunes, 2 de diciembre de 2013

El hachazo de Malevich

El Stedelijk Museum (Amsterdam) presenta la mayor selección de piezas del vanguardista ruso que luchó por un arte basado en la pura sensibilidad plástica
Malevich abre en el arte una puerta que nadie había pensado que pudiera existir. Hasta él, la pintura se había entendido siempre en referencia a lo real. Efectivamente, la pintura figurativa tenía tanto más mérito cuanto mejor suplantaba lo ausente. Era valiosa, por así decir, en defecto del original. El primer síntoma de la transformación se produjo cuando algunos artistas se dieron cuenta de que la naturaleza no es sólo el aspecto visible de las cosas. En su interior está la energía. Uno de los orígenes de la pintura abstracta es éste: tratar de plasmar esa dimensión invisible de lo real.


Malevich aboga por un arte basado en la “pura sensibilidad plástica”, es decir, desvinculado de toda voluntad representacional. Y este es un cambio radical: dejar de mirar alrededor y en su lugar crear obras que de ninguna manera tratan de cosas, ni de nada que no sean ellas mismas. Pintar lo que sólo puede existir en un cuadro. Por eso se ha denominado también a este tipo de pintura “abstracción concreta”. Por eso Malevich, cuando pinta su Cuadrado negro no lo hace cubriendo la superficie con una gruesa brocha, para acabar cuanto antes un trabajo para el que se requiere poca habilidad. Al contrario: el Cuadrado negro está pintado a base de breves pinceladas impresionistas, que se deleitan en su ejercicio de pintar -solamente y no es poca cosa- un cuadrado negro


A lo largo de 1915 y 1916 el Suprematismo parecería que tuviera como objetivo pintar el infinito “al natural”. En 1917 Malevich escribiría  a Matiuchin: “Me he visto en el espacio, disimulado entre los puntos y las rayas coloreadas; allá, en medio de ellos, parto hacia el abismo. Este verano me he declarado presidente del espacio”.